lunes, 1 de agosto de 2022

No te vas a poner tacos

Esta vez ya no voy a guardarte en el cajón. Porque ya no tengo cajones, los tuve que tirar. Te dije que me guardes a mi, pero no lo hagas. No puedo estar encerrada, porque me doles la cabeza. Sí, me doles. Porque soy así, sensible, un poco boluda y me dejo decir cosas lindas que no son. Porque también dejo que las palabras sean chocolates, que un poco me empalaguen y otro mucho me vuelvan loca. Pero el chocolate es el chocolate, y las palabras son las palabras. Y las palabras no son actos, y los actos sin las palabras son más mejores. Esta bien, no quiero más palabras, ni cajones. Quiero brillar como brillaba cuando brillaba, y dejar las palabras en los cajones que ya no tengo para hacer lo que no digo.

Si quisiera hablar, hablaría. Pero no tengo nada que decir/te, a vos, a nadie ni a todos. Ya dije, ya hice, pensé, enrede y desenrede.
Sos una circunstancia, que va a pasar, que va a ser anécdota, que va a ser historia. Eso, una circunstancia, dejame pasarla.
Enojate, putea, grita, no disculpes así de simple, no empatices tan fácil. Pero sigo sin poder enojarme. Me la banco, como siempre y sigo.
No me enojo, no puteo y no grito, pero tampoco me voy a poner tus zapatos, lo haría, es instintivo, es lo primero que me sale. Pero no. Cada uno tiene sus zapatos y vos nunca te vas a poner tacos.

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